Cada año se producen en el mundo unas 20.000 toneladas de lana de cachemira, más del 80% en Mongolia. Sin embargo, la creciente demanda de más cachemira y más barata tiene sus inconvenientes.
Impacto en la naturaleza
La cachemira ha caído en desgracia en los últimos años. La razón es el impacto negativo en la madre naturaleza. Según los estudios, en Mongolia, donde se obtiene más del 80% de la cachemira, el número de rebaños de cabras casi se duplicó, pasando de 23 a 44 millones de animales entre 1993 y 2009. Se trata de satisfacer la creciente demanda mundial. El resultado es una creciente desertización de los pastos, ya que las cabras arrancan no sólo la hierba, sino también toda la raíz.
La cachemira con la que se fabrican bufandas, ponchos y jerseys provienen de las altas mesetas del Himalaya, unas 200.000 cabras viven en estrecha asociación con sus pastores, que las pastorean en verano e invierno. Esto se hace en completa armonía con la naturaleza. Es la única manera de que tanto los animales como las personas sobrevivan en este mundo árido y frío.
Lana de Cachemira: Real o falso
Los expertos calculan que alrededor de una cuarta parte de los tejidos de lana de cachemira que se comercializan en el mundo no son auténticos. Con un poco de sentido común, rápidamente queda claro que la oferta de productos de cachemira en todo el mundo es mayor que el número de animales disponibles. Ante la creciente demanda y en ausencia de un sello de calidad, la puerta está abierta de par en par a los falsificadores.
Las etiquetas «100 %» o «puro» sólo pueden utilizarse, en principio, para los productos textiles compuestos exclusivamente por una fibra con una marca de tolerancia de fabricación del 3% en peso de fibras extrañas.
Sin embargo, a pesar de estas estrictas normas, ocurre una y otra vez que los textiles se declaran falsamente. La diferencia de precio entre la cachemira y otras fibras como la lana de oveja es enorme. Un kilo de cachemira cuesta unos 200 euros en el mercado mundial, frente a los 5 euros de la lana de oveja. Un hecho que tienta a la gente a poner en circulación bufandas de cachemira falsificadas.
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